Andra
Y era...
Y le coqueteó a mis horas, y no fué un coqueteo ajeno, sino una mueca de sonrisa en su rostro y en el mío... Entonces, abrió la puerta y la luna llena iluminó el sendero como nunca antes...
Y era noche... Tan noche que silvaban las estrellas en lo alto, entonces nosotros como antes; desglosamos las palabras conociéndonos más que un simple café revuelto con las manos temblorosas...
Y... Me repitió tantas veces el acuerdo de las caminatas. Me habló de las ansías y del pecho acompasado por un tic- tac de dos tiempos... Y preguntó más de una vez... ¿qué será este sentir? inundando el silicio nuestros pensamientos... Entonces llegó el alba a mecer nuestros cuerpos y luego el día nos regaló el continuo pensamiento de sabernos encontrado... De sabernos así compartiéndo algo más que sensaciones en medio del pecho...