Amadeus

Sueños de papel

Siénteme distante externa. Pero siénteme adentrándome. Dos cuerpos turbulentos en las esquinas de un hotel haciendo de la cama un mareo. Siénteme llena en tus pies, siénteme exhausta en tu vientre, dormida, molesta. Inspirada siempre en ella. ¡Maldita sea! Le grito en silencio y mis impulsos se me desbordan por las pupilas “¿Qué piensas?” – Nada, no pienso en nada. Miento tan sutil y sublime, miento porque te quiero. Porque muero un poco cada vez que tus caricias me acorralan. Maldita sea su mirada que me encanta y su pelo tan largo que me tienta a tenerlo entre mis dedos. Ah… ella. Su piel es tan tierna, mis manos quisieran estar siempre en ella. Su cuello, alto como una torre, delicado como una flor. Me fascina besarlo, rosar su espalda con mis labios. Sentir su calor en la noche y saber que mi compañía la llena. Vuelvo, ¡mierda! ¡A qué vuelvo? ¿A sentirme así con ella, a desearla tanto? ¿A eso vuelvo? Prefiero morir.  Aunque sea por ella. Aunque sea a manos de un beso suyo. Entonces el oro que la ahorca me pone en mi lugar, recuerdo y vuelvo a ser la infeliz con sueños de papel en un día de lluvia.