Un sorbo de libertad
que traspasa la garganta.
Un sol oblicuo y esférico
que arroja su sombra a los aires,
un regreso al útero
a la tibieza de los besos.
Un abrazo a la pereza
un hálito de la vida y la muerte
por los ojos azules del cielo
por la ranura por donde miro
un mundo sin tiempos
un mundo sin urgencias
como los paraísos que soñamos
cuando estamos a punto
de darnos por vencidos.
Pero la serpiente espera
para enrollarnos por la cabeza.