Te busco,
eres una rosa en el
tiempo, un olvido sin
una marca, un nombre
que me emociona
por primera vez,
te encuentro,
en esa flor cuyo silencio acerco
a mi cara, en esas manos que
acarician el río hecho de agua,
en ese saber que no me he perdido,
si siento que puedo soñar y otro sueño y otra vez,
te convierto,
en un ocaso que es inmortal y pobre,
en una poesía que siempre mira desde el fondo
de los espejos, en un deseo de verde eternidad
que no es otro, que es uno mismo, que es
una memoria hecha para ti, como el Universo,
te doy,
interminables exageros de lo que ignoro,
una palabra en un índice, una tarde, el canto
de un ruiseñor, unos días sin red de pie junto
a las ventanas, un \"contigo todo es más fácil\",
a la vez que los libros, a la vez que ceden los versos,
te muero,
a unos ojos afanes del alba que miden la sombra
con la locura, parecida al tiempo te imagino gris,
cenizas de polvo de azar y nada como a veces el alma
queriéndote descubrir, y me dejo caer en la arena
por eso te muero, resbalando y declina para que renazcas.
Donde todo acaba y todo empieza hay un espacio,
ahí el azul es un constante vuelo,
ahí el temblor agita en un terrible silencio,
ahí se repiten vagos esos labios que me miran,
infinitos los veo y se multiplican,
son todas las mujeres en una mujer,
una mujer,
erigiéndose en arduo manuscrito que según sé,
me recuerda la armonía, musa que la luna clara
en mi sangre pinta, tinta de mis días abiertos que quisieron
que yo también fuera poeta, una mujer que me impone la
obligación de escribirla, una mujer con palabras de arena,
¡quien las oye caer, entenderá!,
la voz es la voz deseada cuando repite su nombre.
T de S
MRGC
Namaste