3ra. parte
El saco de mi dolor, soldado ya en mis espaldas
Nadie atiende mis quejidos, que ya me parecen gritos
yo también carga el madero que cargaba Jesucristo
A que extremo habré llegado ya me tengo compasión.
Perdóname Dios eterno yo cumpliré su misión
De afrontar con sacrificio las penas por la razón
No huye solo el que teme que lo lleven a prisión
También se huye al olvido, por la pena a su dolor.
Solo el que enfrenta la pena, ¡No la pena de prisión!
Esa sería pasajera, si no padece dolor
No un dolor que sienta el cuerpo, y que lo cure el doctor
Es el dolor de la mente, aliada del corazón.
El hombre ya es prisionero entre rejas él se crio,
Igual que los pajaritos que con amor liberó
De la pena que cumplían en la jaula de horror.
Quiso pedirse perdón y ocultarse entre la selva
A morir del sufrimiento o soportar la agonía
Que tenía su corazón, por el error cometido
Que con valor soportó y pagaría con sufrir.
me carcome mi conciencia, nunca negaré haber sido
Asumo toda mi culpa no olvidaré lo ocurrido
No puedo recuperarme cabalgo en mi inocencia
Como cualquier acusado que espera por su sentencia.
Llora el monte, la montaña, llora el rostro del amor,
Llora la tierna sonrisa que la flor le regaló.
Llora de pena el dolor que de mi alma partía
Y el poeta lo dejo, que se vaya no me importa
¡Después la buscaré yo!
Su resistencia era sana no soportaba el dolor
Tantas horas de amargura así castigó mi error.
Pero no pudo borrar marcas de mi corazón
Navegó con su inclemencia no merezco compasión.
Ya me filtraran las venas glóbulos de otro color
Del color de la tristeza, del color de la razón.
Siento perdida mi fuerza, los ritmos del corazón
Allá no viaja el poeta se ha quedado en la estación.
Mirando los cartoncitos escritos sin compasión
En donde todos acusan al poeta del error.
Y en el rincón de la casa donde el mismo la colgó
Permanece con tristeza la flor que le regalo