Rosa Baladron Rodriguez

EL HUERTO ABANDONADO

 

Cuando me fui de allí,

andando por el camino,

el huerto abandonado,

a mi derecha lo vi.

Su suelo seco y árido

hacía un esfuerzo

por sobrevivir.

 

Con pesar a él me acerqué.

Sus últimos frutos,

estaban picoteados

por las aves de paso,

que sacian su deseo, se alejan

y de nada se dan cuenta.

El mundo indiferente

tampoco aprecia

que pierde tanta belleza.

 

Con mano temblorosa,

cogí los que aún quedaban,

dulces y tiernos,

última ofrenda a la vida,

sin que ni una gota de agua,

regara ya sus entrañas.

 

También yo había acabado,

en el mismo estado,

que aquel huerto abandonado.

El fruto de mi amor destrozado,

mi corazón hecho pedazos,

por las mismas aves de paso.

 

Me arrodillé ante

el Espíritu que habita,

en los hijos de la Tierra,

porque su energía era mi fuerza,

mía su armonía y su belleza.

 

Frutos que morís

entregados a la Tierra,

vuestro sacrificio

no será en vano.

 

En algún lugar,

aquí o en el más allá,

un río de oro y plata,

de Sol y Luna,

regará vuestro suelo,

será vuestro hogar.

 

Marcharéis  con las estrellas,

iluminando el Cielo y la Tierra,

y volveréis a brotar

con más fuerza y belleza

en la Luz de la Verdad Eterna.