Hace ya bastante que no sé de ti,
Pero aún recuerdo tú voz, tú sonrisa,
Y también recuerdo esa tarde gris,
Cuando llorando, me dijiste que te ibas.
No sé, si fingias tú llanto, o llorabas por pena,
Pena, de dejar al que tanto te había amado,
Yo, lo recibí cual golpe fatal, y me quedé callado,
Bajé la mirada y sollozando, acepté mi condena.
Me hiciste prometer olvidarte, no buscarte jamás,
Prometiste mi nombre no volver a pronunciar,
Perdón, si mi promesa no he podido lograr,
Hoy te extraño como ayer y mucho más.
No sé, creo que estoy enloqueciendo,
Pues muchas veces hablo de ti con mis silencios,
Lo confieso: tú ausencia me mata, y aunque quiero olvidar,
Llegan nuevamente tus recuerdos a mi puerta.
Y yo, cobarde como siempre, no me puedo negar,
Les abro la puerta y los invito a pasar,
Sabiendo que tú ausencia me mata,
Sabiendo que tú juraste no regresar.
Y así paso mi vida, preso de recuerdos que juré no recordar,
Muchas noches las estrellas y la luna me acompañan a llorar,
Pronunciando tú nombre y dejándome abrazar por la soledad
Rogando que vengas tú, o que el dolor de tú ausencia tenga que marchar.
No sé, no lo podré aguantar mucho más,
Y como juraste no regresar,
Es posible que me quite el dolor, apagando mi voz,
Es posible que mi vida tenga que arrancar.