Sistemas y prejuicios sociales,
represión de espontaneidad,
esclavos de la máscara humana,
asfixiando la Ley Natural.
Nos encontramos en el camino,
pero quedamos muy lejos
en el olvido.
Dictados de actitudes,
comportamientos,
escondéis de mi vida lo verdadero,
disimulando lo secreto, lo auténtico.
Hago como si estuviera de acuerdo,
digo que entiendo,
cuando no comprendo,
digo que comprendo,
cuando no entiendo.
Sometidos a las conveniencias,
se prefiere más
la engañosa apariencia,
que mostrar
la desnudez verdadera.
Desde la cuna una extraña,
aprendí a sonreír a la injusticia,
a veces a la desgracia,
nadie encontré quien de verdad
me tocara el alma,
tan sólo soñaba,
proyectaba mi esperanza.
Después la realidad
te golpea la cara,
jamás en este mundo
me sentí en mi casa,
sigo adelante como
si no pasara nada.
No hay tiempo
para pararse a mirar
con los ojos del amor.
Hemos convertido el corazón,
en una imagen del ordenador.
Lo utilizamos en la pantalla
pero no oímos su mensaje, su voz,
ni nos movemos
al ritmo de su canción.
Siempre más rápido
y listo que los demás,
para ser respetado,
productivo y eficaz.
No hemos nacido para ser robots,
me lo dictan los sentidos,
me lo dice el corazón.
Quiero gritar
mis anhelos, mis cantos,
mis risas y mis llantos,
saber quién soy yo,
vivir la vida que me regala Dios,
no perderla en espejismos falsos.
Quiero la libertad
y la fuerza de los vientos,
vibrar y fundirme
en la Luz del Universo.