Al sur de un pueblito llamado Quitratúe
por una senda empedrada que asciende
mirando hacía el nevado volcán Villarrica.
Regreso a mi huerto y a los copos en flor,
sacio mi nostalgia en la nata del cerezo
abrigo mi pasado en un vellón ausente.
Y entre los versos de un vals antiguo
te encuentro viejo lindo, amarrando
las sombras del castaño con los tientos de cuero
sometidos a la voluntad de tus manos
preámbulo de aperos y finos
lazos trenzados con ocho hebras .
A tus espaldas el rastrojo de centeno ,
un éxodo de oscuras mariposas
un temblor de piedad sacude hambrientas semillas
sobre sueños rotos y el llanto del suelo empobrecido.
Campesino y artesano anónimo,
desarmado como rey sin corona.
No sé, pero a estas horas de sol intenso
siento que la luz está mojada
y corre amarga por mi rostro. .
¿Por qué nunca te pedí que me enseñaras a trenzar?
guardaría el arte de tus manos,
y ahora no sé que hacer para que no me duelas,
hombre humilde y viejo pellín
de la argamasa edificación de mis huesos,
Abrazare los retratos y el árbol seco,
desde que te fuiste padre mío
la vivienda es una versión del desierto
una triste biografía del abandono.
Alejandrina.