Suele mi mirada asomarse
a la puerta y ver
viandantes árboles que
intrigan mi imaginación,
si una mano que persigue su
encuentro, y por eso su constante
ir y venir, si la luna de un rastro de sol azul
como un poema tardío,
suelen mis ojos hallarse junto a la puerta,
y lo que se ve como un escritor salvaje,
o la exquisita desnudez de los secretos.
Por mi parte me entrego a las calles,
a todo lo que se mueve y pasa por mi lado,
al misterio de la poesía que es el misterio
de todos los sueños,
al hombre que mira a la mujer,
a la mujer que siente que la miran,
a la poesía sucia y despeinada por el viento
como el perpétuo recuerdo de los cambios,
a las manos que permiten el robo de una caricia,
a la sonrisa que seduce a una lágrima y la invita a salir,
\"me gusta el más quieto de los silencios
no para decir amor, sino para tocarlo\".
Ante el agua que me imita, mi profundo cielo,
ese rostro que me mira y es mirado
como atento, como la puerta,
como todo lo que acontece y es azul y detrás,
y al momento seguido
ya no se lo recuerda,
como los libros que se leen sin entusiasmo,
como las noches que se arman de sueños y de formas
pero no son más que un espejo,
un absurdo reflejo entre el amor y las veces
que escribo tu nombre en la pared.
Tu nombre, suele mi mirada asomarse
con la esperanza de mirarte,
¡el tiempo cambia toda vez
que abro la puerta!,
y el día se vuelve laberinto,
y yo soy el que se va e incesantemente
vuelve para ser olvido y perdido,
para que tú, el aire que me sigue viendo todavía,
¡yo sé que TE AMO, oh vida!,
¡yo sé que ambos nos reconocemos en esta
red eterna de estrellas!,
para que tú,
ya no mi alma ni mis ávidas calles,
no el desgano de las cosas habituales,
no el ocaso que piadoso se hunde en la inmortal distancia,
sólo tus manos,
que descubren invisibles mis rasgos,
que me alcanzan cuando te pienso sabiéndome tuyo,
ya no es compartida la luna,
la puerta nunca basta para ser sólo uno,
\"azul, un instante cualquiera y profundo, el amor\".
T de S
MRGC
Namaste