Permíteme recorrer los pasillos de tu laberinto.
Cruzar el portal que separa tu imagen pasajera
de ese interior, aparentemente insondable,
con sus desniveles y recovecos.
Permíteme seguir paseando a tu lado
para descubrir los secretos que resguardas
en el cofre de tus adentros.
Permíteme deleitarme
con el arte polifacético de tus decorados
y observar que tu mundo crece y se abre,
como en Mayo, de la flor sus pétalos.
Concédeme un baile y envuélveme con tus hechizos.
Al subir las escaleras de tu campanario
o trepar por tus trenzadas enredaderas
consigo ver llanos hasta los precipicios.
Escúchame confesar
que tu melodía me lleva en volandas
hasta una panorámica que quita mi hipo.
Que desde tus ventanales no contemplo la edad
y asomándome en cualquiera de tus balcones
sólo se sumarle belleza a este mundo.
Invítame a descorrer
los visillos y cortinajes de tus salones,
para que así reluzcan con todo su brillo
también para los demás,
los tantos colores que por mi amor avisto.
Permítele a tu egoísta soledad
que se reúna con la mía propia,
que acepte compartir su habla y silencios,
sus personales certezas
y sus desequilibrantes dudas...
y hasta aquellos miedos
que cuándo nos agarran y atrapan,
no queriéndonos soltar, causan penumbra.
318-omu G.S. (Bcn-2013)