Cerca de tu regazo me encuentro,
como sol en tu ventana.
Desesperadamente
en el albor de tu jardín ondeante;
mientras nace un torbellino desde dentro.
Sin miedo. Tras la noche desolada,
veo tu platinada cabellera
Y allí estabas, prendida;
desgranando con tus caricias la herida
en la lozanía de tu mirada.
desesperante y calladamente abrías
el jardín ondeante. Y el torbellino
circundaba las caricias que vertías
sobre la espera de tu mano hacia el camino.
Mientras mi mano en tu regazo espera todavía.