Canta la Alondra, cantan el Ruiseñor,
cantan las alegres aves en la cornisa del balcón
para acompañar las nanas que a su niño dedicó el pastor.
Nanas amargas que salen de su corazón
herido de muerte a causa de tanto dolor.
A cebolla llorona que en la garganta deja resquemor
saben sus letras llenas de gran amor.
Los pajarillos adornan con sus trinos llenos de candor
las nanas amargas que brotan del corazón
del humilde pastor aprisionado entre rajas
por no renunciar a levantar su voz.
Duerme bien mío, duerme nuestro amor
Si me obligan a irme desde el firmamento te cuidaré yo.
Tu madre velará tus sueños mientras entre los celajes del cielo
te contemplaré yo.
Nunca quedarás solo nuestro bien amado
pues el amor de tus padres te servirá de sostén.
Ayer me deleitaba con leche y miel,
con pan y vino que con mi duro trabajo me gané.
Hoy mi niño, alimentarte no podré, pues me han secuestrado
por decir en alto lo que a ocultas se escucha por doquier.
Cebolla llorona a tu madre alimenta y de sus pechos rebosan
leche con sabor a sopa de cebolla.
Amamantándote con su néctar calmará tus llantos
que alimento reclaman, mientras, yo me remuevo en la desesperanza
por no poderte alimentar con leche y miel recogida en la majada.
Escucha hijo mío la nana que tu madre entre suspiros te canta,
escucha el trino de las aves que te arrullan desde la ventana,
en ellos van mis versos llenos de fragancia,
fragancia de amor que a tus padres les sale del alma.
Duerme bien del alma, que mañana amanecerá tu madre
entre lagrimas amargas porque un vil disparo
me entregará a la parca.
Pese a su dolor no dejará de mecerte con nuestras nanas
acompañados por la Alondra y el Ruiseñor
que acompañara el dolor de tu madre, el sufrir de mi amada,
que aun en la inmensa distancia estaremos unidos por nuestras almas.
Autora: Luisa Lestón Celorio
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