Soy tan pobre que heredé
de madera un crucifijo
lo bendijo un cura Griego
que andaba en el camino.
Donde las piedras clavaban
las sandalia del peregrino.
Lo colgué al cuello frío
con un hilo algo vencido.
Para no perderlo un día
quedándome un rato dormido.
Pero soy rico ya que
dí libertad a ese Cristo.
Y solo quedó la cruz
con sus clavos como aviso
La cruz me dio protección
por la fe en ese amigo
Que dejé contento un día
desclavado y permitido
me perdonara de culpas
de las que tengo el cuerpo curtido.