Día tras día,
se coloca una mariposa sobre nuestra cera,
nos derretimos de melancolía,
sin volar en el aire que después nos espera.
No sabemos a donde vamos,
solo nos acomedimos a varios platos,
a una sala, un árbol brillante, una mesa
y quemamos el momento con timida tristeza.
Sería bueno colgarnos
entre ese árbol y el ambiente,
sin derramarnos
en la superficial existencia y cobardemente.
Luego o más bien después
nos quedaria la fria risa, sobre la piel
y el alma en otro cuerpo timido,
esperando un beso de lejos que no sea livido.
Todos los derechos reservados,2009©BryanGómez