Mi tiempo roe años como deshielos
realidad de vida sin complejos.
Otra es mi suerte. Son cual dos espejos,
sus ojos parecen dos caramelos.
Ellas, con valor cumplen sus anhelos,
las tengo cerca, aunque parezca lejos.
Transparencia hallo en sus ojos bermejos,
cada unas se afianza para alto vuelos.
Saber de sus logros agranda mi ego,
que tengan felicidad es mi ruego.
Mis pequeñas un sinfín de alegrías
me dieron. Reales siempre las siento.
Por verlas, que pase el tiempo mas lento,
recrea sus risas y simpatías.
El señor de los fierros
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Alcibíades: ¿Cuándo aprenderás a esperar lo que no puedes imaginarte lo que ocurrirá…?