Rosa en mi jardín
cuerda de un violín
tu boca como un sinfín,
tus labios como jazmín
y en cada noche toda para mí.
En tu piel la briza desabotona mi camisa
y bajo tu falda resucita la mañana que agoniza,
que tienes mujer que me dominas,
tu dulce miel, tu verbo inquieto
reina y luz del universo.
Estoy a tus pies arraigado a tus entrañas,
en el mar de tu cintura,
en el balcón de tu mirada,
en el perfume de tu almohada.
Cayada, inquieta no dices nada
no hacen falta las palabras estas enamorada.