albertomorales

Él

 

Nadie sabe como ha sido,

nadie sabe cómo fue,

de aquí partió una mañana

y nunca pudo volver.

 

Proclamaba por los caminos

que amaba a la humanidad,

y lo que siempre buscó,

no lo encontró jamás.

 

Seguía sendas pequeñas,

montes sin escalar,

se inventaba veredas,

que nadie volvió a pisar.

 

Él se alejó de su tierra

para el mundo a caminar,

y en el corazón de nadie,

pudo su nombre tatuar.

 

Era un hombre invisible

que a nadie le interesó,

por el mundo caminaba

y ni una huella dejó.

 

Fue un hombre que no tuvo

ambiciones de triunfar,

trabajaba para sí,

no tenía a nadie más.

 

El mundo no recuerda

a ese hombre que pasó,

lo recordaba su madre,

pero también ya murió.

 

No tuvo hijos,

ni siquiera un siquiera un furtivo amor,

y el único amigo que tuvo,

era Dios nuestro señor.

 

En él la huella profunda

de un hombre con soledad,

le acompañaba cuando iba

buscando siempre . . .

¡qué importa ya!


Alberto Morales Ureña