Lissi

BAJO LA SOMBRA DE LA BUGAMBILIA V

Llegó por fin el domingo, día de plaza y día del Señor.  Elena se levantó muy temprano como todos los días, se trenzó el largo cabello y se vistió con un traje muy vistoso.  Emilio que en ese instante regresaba del corral, al verla sintió un poco de celos porque pensaba que ella se arreglaba para lucirse ante los demás.  No dijo nada, en silencio se dispuso también a vestirse para salir.  Una vez preparados subieron a la carreta halada por unos bueyes blancos y enfilaron rumbo a la iglesia donde se veneraba a San Sebastián.

 

 

Al verlos llegar la gente murmuraba, pues Elena era una joven muy bonita y quizá se preguntaban por qué se había casado con Emilio, él era bastante mayor y auguraban que ese matrimonio no duraría mucho.  Ella, con una sonrisa encantadora saludaba a los presentes que conquistó principalmente a aquellas señoras cuyas lenguas eran tan largas como sus enaguas.

 

 

Luego de la misa matutina ambos se fueron a la plaza para comprar algunos materiales que no se producían en la hacienda y que necesitaban para guardar el producto de la cosecha que se avecinaba, había que prepararse para el verano, pues en esa época escaseaba  el maíz y algunos otros insumos, no podían darse el lujo de ir a otros pueblos a comprar porque los caminos eran muy malos y las distancias bastante largas.

 

 

De regreso a la casa Emilio quiso saber de qué platicaba Elena con las señoras que se le acercaron a saludarla, Elena  le dijo que habiendo en el pueblo tantas señoras elegantes podría aprovechar para coserles ropa, ya que le alabaron la que ella usaba y hasta preguntaron sobre la modista; se sorprendieron cuando les confesó que ella misma diseñaba sus trajes  y que podía copiar cuánto modelo llegara a sus manos.  Tenía una habilidad nata para confeccionar ropa para damas, caballeros y niños.  Emilio como quería que ella estuviera contenta y dejara de extrañar a la familia o que pasara muchas horas frente a la buganvilia le propuso comprarle una máquina de coser y habilitarle un lugar en la sala de la casa para que se dedicara a dicha actividad pero que no descuidara las tareas con los animales domésticos ni hiciera a un lado sus amados gatos.

 

 

Con una propiedad tan grande y muchos animales que atender, Elena pasaría la mayor parte del día ocupada.  Se dijo así misma << aprenderé todo cuánto pueda, me gusta la actividad del campo y de esa manera no tendré tiempo para pensar en el amor que dejé o que me obligaron a dejar, además desarrollaré la tarea que me dará cierta independencia económica>>.

 

 

Con la ilusión de emprender su propio negocio duerme tranquila y decide al día siguiente tratar de comunicarse con su padre para  detalles de una máquina de coser, debía ser de las mejores.  Cuánto deseaba que él estuviera cerca ya que le aprendió muchas cosas sobre el oficio y hasta pensó en pedirle prestada su máquina mientras obtenía la propia.  Se lo comunicó a Emilio, accediendo con gusto pero la acompañó hasta “La  Esperanza” pues temía algún encuentro con el hombre que aún dominaba los pensamientos de Elena y quizá fuese él quien le regaló la planta que ella siempre cuidaba con esmero.

 

Continúa...