A mi madre,
que me cargó en sus brazos al momento de nacer,
a ella, que me guió por el camino de la vida y me vio crecer,
a esa mujer que con un suspiro de su aliento me dio la vida
y me cargó por nueve meses en su barriga.
A ella, que llora desconsolada ahora que soy adulto
y viajo a mi nueva morada,
pero aunque estoy lejos siempre recuerdo sus consejos
y sus caricias cuando me arroyaba en mi cuna.
A ella, que con historias de soldados y viajantes
bajaba hasta mi cuarto la luna,
a ella... a mi madre... porque como ella
no hay ninguna.