Solo entre tanta gente;
solo, callado y triste;
llorando porque te fuiste
para nunca regresar.
En la tristeza me ahogo;
me hundo en el sufrimiento;
y en la oscuridad presiento
que no te voy a olvidar.
No puedo evitar sentirme
abandonado y sin suerte
cuando no puedo tenerte;
cuando no estoy junto a ti.
Mas hoy sé que es imposible
que tú vuelvas a mi lado,
pues el cielo se ha encargado
de que ya no estés aquí.
Me siento tan miserable
porque tú no estás conmigo;
y el mismo cielo es testigo
de mi triste situación.
Pero ¿qué puede ya hacerse
cuando no llega el olvido;
cuando incluso se ha perdido
la conciencia y la razón?
Si olvidarte es imposible
porque Dios me ha condenado
a vivir enamorado
de tus ojos cielo-mar;
¿cómo puedo yo olvidarme
de tu manto que me abriga?...
¿cómo puedo, dulce amiga,
dejarte de recordar?