Eterno niño gigante,
cuentame tus misterios,
los secretos que atesoras
en tu cabecita inquieta.
Hablame del silencio,
que sólo para ti rie,
de las conversaciones tercas
que contigo tu sostienes.
Tú, que no entiendes al mundo,
que no obedeces las reglas,
ni descifras el idioma
en que expreso mis ideas.
Inventa, mi niño rubio,
algún lenguaje muy tuyo
y me cuentas, niño bueno,
lo que tu mente me oculta.
Ven, mi niño muy querido,
hagamos el viaje juntos,
que yo quiero ser interprete
de tu confuso pensar.
Yo te mostrare la ciencia,
tú, me daras ilusiones.
Yo te enseñare el pincel,
tú, inventaras los colores.
Yo trabajare para ti,
tú, construiras diversiones.
Yo en el mundo de las reglas
tú, en tu mundo de sueños.
Yo, atado por cadenas
tú, liberado a lo eterno.
Muetrame, mi niño inquieto,
como se escribe tu historia;
entre saltos, entre risas,
que parecen sin sentido.
Enseñame niño terco
a romper con los esquemas,
con los que atamos la vida
construyendo, sin piedad,
una triste sociedad.
Hablame de tus iras,
cuando eres rechazado
y llora tu alma en silencio,
el silencio del autismo.