Alba regocijante en mi piel, imprégname
de tus esencias aviva el deseo desenfrenado
que pernota en mis entrañas.
Acechándome con tus turbulentas aguas
de pasión, deliro en un mundo de desdicha
cuando lo inexistente invade y mengua en
el fanal de mi ser, como borrasca
bramadora que arraiga en los días de lluvia
apostándome en chimeneas.
Bostezando distraída pero observando
detenidamente el centinela acogido en los
pasillos donde el mástil de jirones apunta al
oeste para traerse con denuedo el arte
de tu silueta, reflejada en la irrealidad palpable.
Necesitando que suceda lo imposible, siendo
por un momento la entrada y no la salida
de una nube algodonada, abrazar al aire
y desviarnos del mundo donde solo
conseguimos calles abarrotadas de sueños
mundanos que vagan sin rumbo.
Maigua.