Kabalcanty

PESO MUERTO

 

EL PESO MUERTO

 

 

 

Jugueteando con el ordenador,

siento que mis espaldas ceden

con la mirada de mi hijo.

Espía la aduana de mi calva,

mi cuello largo y sudoroso,

mis hombros desvencijados

que yergo para protegerme.

No deseo transparentar mi derrota

y le distraigo con una broma,

pronta, tópica y manoseada,

que él acoge sonriente

en un esfuerzo de sensibilidad.

Me muevo lo justo al teclear,

no sea que la espora,

dueña de mi aire trasnochado,

deje entrever su cola

y le siembre de interrogantes

que entrecrucen su ceño;

que no me atisbe zigzaguear

reclamando el oxigeno

que me gana,  la maldita.

Pido que me vea como siempre,

sin sospechar de mi flaqueza,

erguido sobre mis piernas

y caminando sin vacilar

sobre el liquen del precipicio.

 

 

Kabalcanty.copyright©