Quiero no morir, vivir por siempre en tus recuerdos, condenarte a mi mirada, ya que tú, me condenas a la inmensa soledad, que desgarra mi alma sin piedad, mi mundo es una tortura, en mi mente solo martilla el recuerdo de tus labios, el aroma de tu piel, esa que añoro cada día y que mis manos desean tocar ¿de qué te ha servido? Esa arrogancia acompañada de tu orgullo machista, si tu rostro solo amargura puede reflejar, oculta cuanto puedas, que igual, sé, que en tu corazón atravesada esta una daga, la daga de mi amor.