Marellia

Fragancias de ternura y sosiego (cuento 2)

 

Este era el momento mágico, donde podía deleitarme con la curva de su cuello largo, estilizado, con el porte de una reina.  La trenza cae hacía delante y yo podía sentir la tibieza de los latidos justo ahí en la base.  Su cuello me fascina, me vuelve loco, me excita hasta el punto de sentir una nueva erección, pero jamás se me ocurriría intentar un nuevo juego, no estaba permitido ni escrito en el libreto y si algo aprendí en estos años fue a no improvisar.

¿Rutina? ¿Una necesidad fisiológica e higiénica del cuerpo para ambos?...

No, sería idiota si pensara eso. Ella me gusta, me atrapa y excita.

¿Será ese espacio de su mente en donde yo no puedo entrar? ¿Será su magro cuerpo tan dúctil al placer, tan moldeable a mis manos?... Prefiero pensar que es la delicia de su cuello perfecto, con olor a bebé.  Que absurdo recordar el olor a bebé y asociarlo a ella, fragancia de ternura, campos de algodón, cielo azul de paz y sosiego.

Ya debería olvidarme de ese aroma que me recordaba cómo olía mi hija. Tendría que canjear esa fragancia por un extracto concentrado  y caro con nombre de mujer.

Ocho años sin mi pequeña, mi ex cruzó el océano y  nunca más volví a verla, aun busco  campos de algodón y cielo azul de paz que solo encuentro al recordar cuando  enterraba mi nariz en su cuello y absorbía ese perfume de inocencia inmaculada, arrancando risas de cosquillas y besos húmedos de baba.

Algo no estaba bien ¿Se cambió la película  o el canal? Ya no estaba de espalda, estaba parada frente a mí repitiendo: 

 

...Continúa