Nunca… jamás entendí aquel cuadro pictórico de aquella doncella, se postraba muchas veces risueña en la cima del acantilado; era una pendiente tosca, la cual estaba torturada por las embravecidas corrientes marinas, ellas besaban con gran ímpetu el boquerón existente hace miles de años; ¿Cómo poder entender tan sensual lozanía? de poder alzar su voz tras los aires en su frescura, de poder disipar su alma en la armonía del paraje, de poder emprender un vuelo que la lleve por todas las radas existentes en la zona, de poder guiar sus sentidos bajo el timón de la ilusión, de poder siquiera un segundo… pensar en su amor.