«Porque a dos kilómetros
de una montaña que jamas he recorrido
es que yo vivo, es que he permanecido
todas estas noches, tardes, mañanas
todas las letras
desde que no estas»
Y es que a lo lejos se ve
la blanquecina montaña
aunque nunca, solo hoy la vea
matices lilas y rabiosos peregrinajes
de un oleo azul horizontal.
Me quedo a posta en posición vertical
y es que a lo lejos se ve
que soy nada mas,
apenas lo que soy
que veo menos de lo que veo
de lo que quiero ver.
Y los lilas se opacan
cuando el violáceo se acerca
pero no estas aquí
porque estoy acá, solo,
y a lo lejos no se ve.
Porque estoy a media voz
añorandote a lo lejos,
y eso nadie lo ve,
que veo casas, ladrillos y gente
y el color sobre la montaña
cuando se lo lleva la tarde
como se lleva las esperanzas
cuando hacen siesta
en el mausoleo del tiempo,
y la huerta solitaria
y mi ser pululando añoranzas
de ti, nada mas de ti,
de mi único paisaje,
mi pincelada distante
que el tiempo y la equidistancia
saben lejos
ya lo ves.
Asomarse a la ventana es fácil
estos días de octubre,
soñando con dejarnos
y no volver atrás
pero se olvida pronto,
el sudor de tantas noches
cuando es fatal recordarte.