Las nubes urbanas inundan
el cielo quebrado de luz y de fuego,
parecen salir de penumbras
aquellos destellos que caen en invierno,
la calle se vuelve desierta
ya casi ni quedan los seres vivientes,
derrama en la city porteña
la soledad temible, sus puntas hirientes,
el hombre descansa al costado
de un místico árbol con hojas dolientes,
se fuma la vida de a ratos
pensando que solo espera su muerte
la niña que pasa a su lado
lo envuelve con ansias de vida latente,
la mira y desnuda su paso abrumado
sin creer en nada que sea existente,
de pronto se siente como un ser inerte...
más trata de ver otra vez el poniente,
no nota que aquella frágil criatura
lo sigue mirando, como él a la muerte,
se acerca, lo observa, lo siente...
y él... como si el frío estallara
la toma de un brazo queriendo en su mente
estar aunque sea... un rato caliente,
ella abraza su cuello, lo besa en la frente
él acaricia su rostro, lo siente... lo siente...
y juntos ya de la mano, recorren la vía
que paso tras paso los lleva a la muerte.