Roberto Carlos Pomares

Estética de un poema

Una metáfora no basta

para expresar la dimensión precisa de la idea,

de esa inquietud que asola

hasta la desesperación del alma.

No, ni siquiera un batallón de símiles

que como kamikazes entregan toda la sustancia

del verso, estrujándolo, hasta la resequedad.

Ello no es suficiente,

es el límite de esa desolación,

a veces llamada angustia, melancolía

o ahogo de una tristeza, pero en extremo,

la que nos revela un ritmo y una cadencia,

que va más allá de la técnica,

de la búsqueda de formas,

de colores,

de musicalidad.

Es la necesidad de expresarnos,

de encontrarnos

en el otro ser humano,

de compartir el dolor

de nuestra humanidad,

la que nos descubre la sensibilidad

espiritual y la existencia material (las palabras)

del poema.

La armonía, simplemente le da belleza.

La música, encanto.

La longitud, gracia y divertimento.

El uso verbal, sutileza y elegancia,

pero indefectiblemente, su esencia está en darle a los demás

lo que somos, esencialmente humanos.