ESPARZA22

Gabriela y la Muerte

Gabriela, la estomatóloga de cálido corazón, a su clínica un día llego.La gente al verle, apresurada hacia ella corrió, y las suplicas y gritos de dolor colmaron por completo la habitación. Y no era para menos pues, su reconocido talento para aliviar el dolor,  de boca en boca, toda Sinaloa recorrió.

 

De artista magnificaban su vocación, aunque modesta y reservada ella siempre permaneció. Con gentil y suave voz a sus pacientes apaciguo, e inmediatamente comenzó a poner en práctica,  todo el conocimiento adquirido en su profesión. Como era de esperar de tan confiable y hábil destreza, con habida experiencia amalgamas y resinas coloco, aunque en algunas ocasiones extracciones  y endodoncias también realizo, y en un abrir y cerrar de ojos a sus aquejados pacientes satisfechos los dejo. Con una bella sonrisa, uno por uno vaciaron habitación.

 

Al filo de la media noche, nuestra amada doctora con gran entusiasmo exclamo:

 

-¡Por hoy todo termino!-

 

Pero irónicamente, su desventurada historia apenas comenzó. Pues una inusual neblina de la nada emano y del lugar poco a poco se apodero, inquietada Gabriela observo las desquiciantes luces parpadeantes del corredor, y estremecida por tan perturbador fenómeno, en lagrimas su pánico rompió, la desesperada doctora cegada por el terror, con torpes pasos hacia la salida se dirigió, cuando por fin la puerta alcanzo, a salvo se sintió. Sin embargo al girar la perilla y al abrir la puerta, otra fuerte impresión se llevo, un despavorido grito al aire lanzo. Inminente a la locura, al suelo su cuerpo se desvaneció, primero entre risas y lamentos unos segundos permaneció y al levantar su rostro, su mirada extrañada quedo, con vertiginosos movimientos lánguidamente se levanto, ante ella un hombre de sombrío aspecto y fría presencia se acerco y este pregunto:

 

 -¿se encuentra usted bien, que le sucedió?-

 

A lo que Gabriela con cierto descontento contesto:

 

– ¡¿Bien?, pero por supuesto que no, un tremendo susto usted me dio! ¿No sé que hace en la clínica? ¡Si a estas horas ya cerro!–

 

-discúlpeme señorita, si de mi parte sintió alguna desagradable provocación, pues mi intensión no es causar temor, todo mundo confunde mi temple y profesión, con penas y angustiante dolor, no obstante yo solo busco resignación, madures y aprobación, ¡redención! suele ser el concepto por excelencia, para describir  mi criticada labor- con áspera voz el forastero se justifico.

 

Desdichada más no rendida, nuestra doctora aun conmocionada por la identidad del aquel sujeto, se tranquilizo y su perspicaz mente analizo la compleja situación.

 

Sin perder tiempo un plan ideo, pues seguiría fingiendo el papel de médico-paciente, pasando por desapercibida la presentación de aquella ente.

 

De manera suspicaz Gabriela dejo entrar a la muerte, -no se preocupe por el pequeño incidente y cuénteme, ¿en qué puedo ayudarle mí preciado paciente?-con agraciada idiosincrasia ella  pregunto.

 

–Bueno ya que lo dice, tuve un pequeño accidente que me dejo sin un diente, quizás su prestigio y renombre que he escuchado en esta parte del continente  pueda solucionar prontamente mi dolencia presente-concienzudamente respondió la muerte.

 

Al ver la oportunidad de un trueque Gabriela tomo su mejor instrumental, y puso cómoda a la muerte en la unidad dental, de una caja saco una prótesis de porcelana la cual se dispuso a implantar, con sorprendente habilidad en cuestión de minutos la comprometedora faena término. Y  orgullosa de su labor con su distinguida amabilidad hacia la muerte se expreso:

 

– ¡Perfecto! ¡Hermosa su dentadura quedo!-

 

De forma aprensiva la muerte de la silla se levanto y hacia el espejo camino, –en verdad dispones de una virtuosa habilidad, pero sabrás que de antemano supe de tu plan, espero hayas entendido que con la muerte no se puede negociar- fríamente la muerte ultimo.

 

Ante tales palabras, un incomodo silencio el lugar matizo, la atónita estomatóloga paralizada de asombro en pie permaneció, desalentada su semblante de pronto palideció y asociado a aquel síntoma, un violento escalofrió su cuerpo entero recorrió. Suficiente angustia para parar por completo su noble corazón y a manera de suspiro con un triste adiós  de sus seres queridos se despidió.

 

Fue así como nuestra amada dentista de nuestro mundo se marcho,  lo recuerdo bien, porque esa noche su muerte las estrellas opaco.