Muy buenos días, señor Inspector.
Un placer siempre renovado
el que esta humilde empresa siente
cada vez que usted nos honra
con su amable visita.
Pero pase, señor Inspector.
¿Quiere un cafelito de cafetera
con pastas artesanas
o delicias de pastelería buena?
Claro que sí, anímese.
La mañana es larga
pero está entre gente honrada y servicial
que le ayudaremos en todo
que pueda necesitar.
Están buenas, ¿verdad?
Un día es un día, señor Inspector.
Ya verá ahora la sincera sonrisa
que todas las secretarias le regalarán.
La recia planta de los caballeros,
como uno de los nuestros le recibirán.
No se preocupe por nada.
Aquí encontrará las cuentas más claras.
Los balances mejor llevados.
Todo más limpio
que la hoja de servicios
de un monaguillo.
Verá que impuestos mejor pagados,
que archivos bien ordenados,
que water más cuco.
Aquí reina el equipo y el trabajo duro.
Acompáñeme, señor Inspector,
y tomese el tiempo que quiera.
Los tiempos son malos,
pero nuestra empresa
le apoya, le sirve y le quiere.
Aquí estará como en su casa.
Los ordenadores nunca se estropean.
La contabilidad siempre cuadra.
El compañerismo, una costumbre.
Las vacaciones, pagadas.
Es lo que yo siempre digo.
El país necesita
hombres como usted, señor Inspector.
Un profesional serio
que no se vende por nada,
que controle el mundo
como una plantilla descarriada.