Ningún oído sordo,
ningunos ojos sumidos en tinieblas
son capazes de ignorar ese pecado,
esa obra de arte creada por Dios
o por el incorruptible abogado
que nos mira desde abajo.
Sublime estatua de acuarelas
creadora de sueños, inmune a pesadillas,
el solo hecho de estar con vida
respirando el aire que respiras,
viendo los ojos que te miran,
sintiendo las caricias que no das,
diciendo las palabras que vienen y se van
son motivos suficientes para darle gracias a la nada
para hincarme ante el vacío y darle gracias que estás viva,
que no eres mía,
que estoy perdido.
No queda más que sonreír y proseguir, al final de cuentas,
las obras de arte están sobrevaloradas.