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240. CARICIA TRAS CARICIA

Para disfrutar el presente con su alma delicada

cada gota con su canto báñale con la aurora

y en suave estremecimiento un cuerpo descubre lento

en el ritual matutino los festejos sin partir

a cumplir con un  nuevo destino.

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Entre cabello y cabello ha de mecerse primero

para saborear de la piel cada poro en su céntimo

de puntiaguda humedad de la vaguedad exquisita.

La delicada sensación a temperatura se ambienta.

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La suavidad de la rosa tiene envidia tentadora

por la  vibración en que se esparce la melodía jugosa.

Se desliza en recorrido cada fibra que atesora,

del deleite yace en un rostro y sonriente es la comisura…

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llega luego a cada vuelta de la oreja individual

que baña en simultaneidad

la caricia imperturbable en descenso cual cascada

en cuello, hombros y pecho, para continuar derecho

por espalda, cintura y vientre... sin llegar a ser incipiente

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en la totalidad de su cuerpo que desnudo está expuesto

a los hilos transparentes de longitud infinita

de perlados destellos en cotidiano ritual

donde esparce su humedad

de fresca vitalidad…

aquél líquido preciado

en recorrido habitual de la piel en general

para lavar y limpiar con grata sensualidad

al son que va murmurando a la alegría su oda

siempre al despuntar la aurora

es de cotidianidad sagrada.

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