Es clarividencia divina,
serán presagios de vanidad
o puede tambien ser necedad
presentir lo que se avecina.
Pero veo a la distancia
silueta maravillosa,
en una mano una rosa
caminando con prestancia.
Deshojando del trébol verde,
de clorofila su entorno,
bullicioso es su retorno
y de la tristeza se pierde.
Arrastra entre sus enaguas,
rescoldos que de algún modo
polvo es hoy, de aquel lodo
en que la batieron las aguas.
Es guiada por los cambiantes
pasos de la vida diaria,
asomos de la esteparia,
situación de los tunantes.
Pero ella viene afanada,
sin ninguna mezquindad
para todos es igualdad,
y se llama, si...¡felicidad!.-
Por: Alejandro O. de León Soto
Tijuana, BCN, MEXICO, Nov.4/13