Diaz Valero Alejandro José

Pérdidas

                                      

Se acabaron los remolinos de las rosas,

y también los ropajes de los capullos,

porque se fueron tras la niebla sus aromas

cabalgando sin bridas esos aires de orgullo.

 

Se abrieron las ventanas de las piedras,

desdibujando  la risa de la sombras;                      

mientras se va pintando de quimeras

el viejo árbol con sus secas hojas.                          

 

Fallecieron los egos de los ayeres

se quebraron los cristales de la risa

mientras se secan manantiales de placeres

y el alma colapsada se complica.

 

Se oxidaron los pétalos lluviosos

y se derramaron los ecos soñolientos

mientras se hunden en el suelo fangoso            

las líneas inescrutables de los cuentos.

 

se enronquecieron los cantos de los grillos,

se apagaron los incendios de las pupilas

mientras el aire perdió su filo

y las margaritas sus pestañas amarillas.

 

Se han perdido en los infinitos senderos

los pasos nunca dados por la gente,

y hasta las montañas perdieron su vuelo

porque ya cansadas, anidaron para siempre.

 

 

Autor: Alejandro J. Díaz Valero

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 Maracaibo Venezuela