Allí, vestida de blanco
durmiendo ese sueño sin fin
tus manos juntas rezando
una oración por mí
Tu no querías dejarme
ni yo quería que te fueras
pero a tu reloj le quedaban
sólo unos granos de arena
De rodillas le pedí a Dios
un día más junto a ti
pero tu risa y tu voz
ya nunca las volví a oír
A cambio hoy sólo tengo
un ángel en el cielo
y el bendito consuelo
de verte en mis sueños
Sandra García Tenorio
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