Después de releer el poema XX, XV, X, XVIII y otros de los 20 unidos a la canción, lo imaginó frente a frente, sentados a la mesa de algún café, con la taza correspondiente humeando el aroma delicioso de esa bebida y mirándolo, le dijo:
Hablando de 20 poemas de amor...
Pablo, ¿si yo te dijera que 20
no han sido suficientes?...
Que he escrito más que 20,
y que no han sido decentes,
pero que me ha dado la inspiración
desde que comencé a dejar
junto a la pluma mi flor.
Veinte...
Te cuento que no he llevado la cuenta,
ni le he escrito una canción,
pero te digo, que de mis letras,
siempre le dí, conciente, lo mejor.
Y sé que esto no te hace homenaje,
que yo no soy de poetas,
ni buena, ni la mejor,
yo solo escribo lo que le nace a mi corazón.
Te expreso teniendo en la mente
algunos de tus versos,
porque, ya sabes, en tu poesía
yo encuentro lo que a mi alma converge.
Volvió a la realidad y mirando el libro que tenía sobre las manos, se sintió complacida de haber soñado con un momento tal.