Kabalcanty

KABALCANTY

- KABALCANTY -

 

 

¡Cómo te inventas bajo el ala del sombrero!

Yergues el porte y te subes en una risotada

que lustras con rubia cerveza y doble descaro.

Niegas tus versos al sol que desprecias

para ungirte de Luna que empolva tus mejillas

en las noches de cine rendidas a Coppola.

Escupes sobre el margen donde me olvidas

(apenas un angosto pasillo que me tortura)

y me obsequias soslayos, agasajos burlones,

que mimetizas en eructos cuando pliego los ojos.

Te disfrutas en el lomo del libro, esas hojas,

acariciándolo con la demora de la vasta quietud

que te permite intuir el sin fin de las horas

con tu desafío al compromiso de la existencia,

tu arma definitiva, la sustancia que ciñe tu reflejo

al podrido compás donde invoqué tu resurrección.

Supongo que la tardanza dejó de ser aliada,

que mi devoción por ti te ha hecho pétreo y danzante,

insolente, aún más, cuando multiplico lejanías.

Vives, y desde allí mascullas todos tus dardos,

en el indeterminado canto de la ficción

que planea mi sombra y sortea la primera oscuridad

para desgajarse en mil crisoles supurando engaño,

la incisión sangrante con la que me alimento

y taladro de mis intestinos, dulce sufrimiento.

Has acompasado tus latidos a todos los versos,

abres y cierras calles, hurgas vaginas de putas,

ofreces tus labios para que los besen, nunca lloras,

te recuestas en las vitrinas de los escaparates...........

Eres todo tuyo sin cansarte de titulármelo.

Hasta dices, cuando la soledad me mesa el pescuezo,

que eres el poeta inmortal, el poeta Kabalcanty,

el sepultado entre detritos de vertedero,

el por siempre resurrecto.

 

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