Está la noche callada
y en el silencio me habla
de la naturaleza efímera
de todas las experiencias,
de dejarlas ser pasajeras
e imperfectas.
Si tienes un problema
y te echen encima más tierra,
es mejor mostrar indiferencia
que demostrar que te afecta.
Una historia que me grita,
esto no me lo merecía,
conmigo se ha pasado la vida,
estado interno de guerra,
el no habitual,
necesidad de etiquetar,
interpretar las circunstancias,
rendición o resistencia,
todas las respuestas fracasan.
Los reproches son errores,
si se dicen es porque
no se comprende,
se prefiere dar lecciones
que así mismo cuestionarse.
Hacer frente
al desastre inminente,
perdonar lo aparentemente
imperdonable,
aceptar plenamente que no sé,
rendición a tratar de comprender
y sentirme así bien
en ese desconocer,
dejar a la vida ser.