Cual agua que desciende en la cascada,
y pasa embelleciendo las praderas,
desciende por espaldas y caderas,
tu larga cabellera mi adorada.
Como rayos de sol en la alborada,
que brillan sobre montes y riveras,
brillan también mis ojos si liberas,
tü hermosa cabellera dorada.
Y mientras en mi mano cual manojos
de trigo yacen, como prueba de ello,
tú puedes ver mi amor brillar mis ojos.
Tu ternura produce tal arrojo,
sin dejar de acariciar tus cabellos,
-procedo- a besar tus labios rojos.