Sara (Bar literario)

El cuento que no contamos a solas

Hacer el amor con el delirio de una palabra

disuelta en nuestros cuerpos ajenos...

a la distancia; la premura

el vicio absurdo de vivir con tiempo

y nunca tenerlo.

Fuga de lo que eres cuando en mis manos

pones tu yerba

y te fumo,

y te hago la metonimia elocuente

de amar a un conejo.

[Vos sabés, lo que dicen de los conejos]

Qué yo puedo haber tejido una marioneta

dentro de tu músculo de coraza congénita

y a mi antojo, hacer movimiento

de pelvis adheridas a sus ropas de leña

quemándose con el fuego de nuestra

angustia lejana de a -mar-

                                   nos

                                          sintiendo,

la piel, el agua que bebe su sed

la pólvora que encuentra

su polvo y muere de fe.

O de púrpura tormenta.

 

Lo que esconde el verbo del amor

y usted -vos, amor-

lo haces muy bien.

A mi gusto, a mi anticipada forma

el intervalo de fugacidad

cayendo en el plano de mi cuerpo

la suerte absurda de mi boca

que te puede...comer.

 

La gravedad no conoce 

ese sitio en tu cuerpo,

invierno de nieve

blanca flecha

lo hace caer.

Dentro de mí,

la nieve se torna espesa,

cántame tu nana,

no miremos

el lado vacío de la cama

desde su linea imaginaria

y mi hora escarlata.

A pesar y con gusto de fronteras  

nuestras almas se funden en la vid de una botella.