Hacer el amor con el delirio de una palabra
disuelta en nuestros cuerpos ajenos...
a la distancia; la premura
el vicio absurdo de vivir con tiempo
y nunca tenerlo.
Fuga de lo que eres cuando en mis manos
pones tu yerba
y te fumo,
y te hago la metonimia elocuente
de amar a un conejo.
[Vos sabés, lo que dicen de los conejos]
Qué yo puedo haber tejido una marioneta
dentro de tu músculo de coraza congénita
y a mi antojo, hacer movimiento
de pelvis adheridas a sus ropas de leña
quemándose con el fuego de nuestra
angustia lejana de a -mar-
nos
sintiendo,
la piel, el agua que bebe su sed
la pólvora que encuentra
su polvo y muere de fe.
O de púrpura tormenta.
Lo que esconde el verbo del amor
y usted -vos, amor-
lo haces muy bien.
A mi gusto, a mi anticipada forma
el intervalo de fugacidad
cayendo en el plano de mi cuerpo
la suerte absurda de mi boca
que te puede...comer.
La gravedad no conoce
ese sitio en tu cuerpo,
invierno de nieve
blanca flecha
lo hace caer.
Dentro de mí,
la nieve se torna espesa,
cántame tu nana,
no miremos
el lado vacío de la cama
desde su linea imaginaria
y mi hora escarlata.
A pesar y con gusto de fronteras
nuestras almas se funden en la vid de una botella.