valentino arrabal

UN EXTRAÑO Y MISTERIOSO RITO

Era un lugar muy reducido, una herida dejada en la soledad. Sus ojos tornasolados merodeaban en la obcuridad tratando de escapar. El día detuvo su marcha y con singular curiosidad, obscultaba al individuo. Se oye un ruido allí adentro, parecían gemidos de ultra tumba. La luna transitaba solemnemente la noche y disparaba un haz de luz sobre su cabellera rubia. A unos metros, en el descampado, dos canes devoraban a su presa. Los pudo ver como saciaban su voraz apetito, mientras él, languidecía en su prisión. Llevaba el pecho desnudo y una cicatriz reciente bordeaba como una corona su pronunciado ombligo. Estaba semi acostado, y aún sentía el tibio calor de su piel desnuda. Percibió como el cuerpo aún mantenía esa consistencia de carne viva, pero esa humedad rojiza que brotaba de él, le decía que todo se extinguía ya. Cogió el filoso cuchillo y lo dejo limpio, sin ninguna evidencia. La desvistió y la tendió boca arriba. Quemó la ropa ensangrentada. Y el calor de la fogata le dio ánimos insospechados y con la poca fuerza que aún tenia, empezó a besarla desde los pies hasta la cabeza. Sentía que era lo último que podría hacer por ella, pero no fue así. Se quitó la poca ropa que el quedaba y lo arroja contra la pared con un ataque de furia e impotencia.
La luna había inundado con su luz opaca la escena y parecía barnizar los dos cuerpos escondidos, dándoles una brillantez algo lúgubre.
Le corto los cabellos rubios con el cuchillo y le rasuro todo el vello púvico,dejando expuestos como un retoño de flor sus rosáceos labios vaginales. Y alzo los brazos como quien ofrece un sacrificio y dio un fuerte y desgarrado grito de poder. Pero empezó a llorar sobre ella, y le humedecía el cuerpo con su lágrima desde la cabeza a los pies, besándola por última vez. Cuando llego a esa herida aún abierta sobre su pecho izquierdo, comenzó a lamérselo y absorber las últimas gotas de sangre, como quien buscara con la lengua algún sabor que se le iba, justo allí sobre su corazón.
Se cortó el pelo, también rubio, y mezclándolo con la de ella, comenzó a secarle el cuerpo. Y se abalanzo muy delicadamente, tenía su miembro erguido y la penetro suavemente. Se sentía extasiado con el roce de su carne sobre ella, la abrazo frenéticamente y mantuvo un ritmo muy agitado y prolongado, bañándose en copioso sudor, rozándola con los dedos ensangrentados la frente, sus ojos cerrados, su nariz, la mejilla y el cuello. A la vez que le besaba sus labios inertes y aún tibios, dejando un vaho de suprema excitación acompañado de unas inesperadas lágrimas. Cuando en eso sintió que se le venía y eyaculo dentro de ella, sintió el temblor en su cuerpo y aún pegados, sin salirse de ella, y con el miembro semi flácido, cogió el filoso cuchillo y se lo clavo con un furibundo golpe hasta tocar el mango. Y así, cumpliendo con su palabra, desangró su cuerpo contra ella, como queriendo resucitarla a través de su semen y la sangre que bendecía esa nueva comunión de sus cuerpos.
Los dos cuerpos de los amantes, por una circunstancia extraña no fueron encontrados ;algunos curiosos dijeron con cierto misterio que esos dos canes hambrientos que siempre merodeaban aquel lugar, fueron quienes  se los devoraron; al final, como al inicio, poco o nada supimos de estos extraños personajes.