Tengo un pedazo de vidrio
bien enterrado en el alma;
se me clavó muy profundo
donde llegó tu palabra.
Supiste que me dolía
pero no dijiste nada;
yo comprendí en tu silencio
toda mi poca importancia.
Por si no te has dado cuenta,
te doy amor y confianza
y no hay en mi pensamiento
para ti, más que bonanza;
pero si mi amor te busca,
no te encuentra,
ni te alcanza,
y a cambio de su dulzura,
recibe tu hiel amarga.
Por eso, desde aquel día,
donde llegó tu palabra,
tengo un pedazo de vidrio
que me está partiendo el alma.