Es un niño que nació diferente,
como si la vida diera un zarpazo,
y entrega a la familia un niño
que ha nacido sin brazos.
Es obvio que la sorpresa
junto al dolor y el desconcierto
llena de dudas la cabeza
y hace estremecer el sentimiento.
Luego de la aceptación y la fortaleza,
llegan las bendiciones y plegarias
porque ese niño que con su grandeza
reparte las bendiciones necesarias.
Ese niño es un hermoso ser
que irradia grandeza espiritual,
es luz que se ha de encender
alimentando la unión familiar.
Nació desprovisto de brazos
pero con un inmenso corazón,
y es con su alma con la que da sus abrazos
y con ella entrega su emoción.
Abrirán caminos a sus limitaciones
en surcos de grandes sembradíos
donde nunca faltarán bendiciones
que abundarán como las aguas del río.
Sabrán sacarlo adelante en su andar
y habrá sorpresas en su camino,
tendrán dichas como agua el mar
siempre guiado por el don divino.
Ese niño abraza a la vida
en su gesto de noble valiente,
porque es una persona bendecida
que batalla y lucha muy sonriente.
Él podrá estar sin brazos,
pero tiene los brazos de toda su gente,
y desde la propia aurora hasta el ocaso
tendrá su apoyo hoy, y siempre.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo Venezuela