Este deseo de morir que no se larga.
Hora de que el rey pierda la cabeza.
La ausencia de tu voz en madrugada,
el sol que me quema el alma
mientras estás con ella.
Razón de esperarte
aunque ya no vuelvas.
Lluvia que empapa la tierra.
Despedida de noche
que me hiela la sangre
y hace que el cuerpo se estremezca.
Derrotada tras cien batallas,
perdiendo lo que suponía conquistado;
dejando que me ames
como se ama a un muerto,
cuando el corazón se entrega,
y las flores han marchitado
frente a mi cueva.
Victoria Montes
http://vientosdetinta.blogspot.com.ar