Albin Lainez

Al sur

 

 

Es el sur. Sí, acá donde

me planto para decir

o pensar, mientras vigilo

por la celosía a esos merodeadores

que vienen de otros barrios

o de algún país,

y a los predicadores que se excusan

con el asunto de la fe en cuotas.

 

Ah, el sur. Bravo acontecer.

 

Aunque, también, hay tardes

de otoño tan claras

que dan  ganas de sentarse

en la vereda a matear.

Pero, esas rejas...

En el sur podés creer

que sos dueño del mundo

y tu destino es notable,

pues aquí fluye libre la imaginación

 

de vez en cuando algún vecino

logra cierta fama,

entonces su foto (con dedicatoria)

adorna una pared del almacén,

y a su paso solemos

rendir cortés silencio

envidia callada

Porque los demás somos

anónimos sobrevivientes

conformes con las migajas

 

Ni odio ni amo al sur,

me ha sido dado residir en él

y relato sus arboledas infinitas,

el peligro latente, los amores

clandestinos.

 

 

Venite hasta el sur,

quitate la desidia de capitales

Acá todo está temblando,

hasta puede que estalle.

 

Entonces, la opción:

te deprimís de por vida

o ganás velocidad.

 

No es indiferente quietud

lo que vas a encontrar

cuando decidas internarte

en el sur profundo de los buenos aires.