Si, me pueden llamar intolerante
tal vez lo sea, nunca lo he negado...
¿Pero a quién no le molestan esas
preguntas estúpidamente obvias
obviamente estúpidas, o los gritos
indecentes que se dejan salir en
interiores, o la señora indeferente
ante su cría descontrolada?
¿A quién no le molesta el humo de
tabaco en el pulmón no fumador, el
sujeto desidencial, la rima asonante
o el sexo implícito del matrimonio veterano?
¿A quién no le perturba el sabio a
domicilio que se hace enorme con frases
de internet, o el señorito ausente
que no conoce la doble filita en el bus a
San José, o su amiga señorita que no
sabe detenerse cuando juega a juzgar a
los demás? En fin, ¿a quién no le molesta
el poeta intolerante que no soporta a los demás?