Una gota de agua
al suelo cayó
y toda asustada
allí se escondió.
Dos gotas de agua
cayeron después,
asustadas estaban
y se escondieron también.
Cientos de gotitas
siguieron cayendo
y asustaditas
se están escondiendo.
Miles gotas de agua
cayeron igual
ya no se asustaban
como las demás.
Millones de gotas
cayeron felices
esa es la lluvia
que al campo viste.
Ya no se escondieron
ya el miedo no es tanto,
y fue el aguacero
que cayó en el campo.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela