Agua translúcida y cristalina,
infinita riqueza de la Naturaleza,
nos purifica todos los días,
imprescindible para la vida.
Agua de cascadas y fuentes,
de lagos, ríos y mares,
regando campos, jardines y flores,
formando las tres cuartas partes
de la Tierra, nuestra querida madre
y de nuestro cuerpo amante.
Agua que envuelve en el vientre
de la madre, al nuevo ser que nace,
lo alimenta durante nueve meses.
Agua del bautismo que bendice,
agua que sacia la sed
del peregrino caminante,
agua de lluvia refrescante,
las tribus la aclaman en rituales
con danzas y canciones
de sabiduría ancestrales.
Agua que limpia las heridas,
alivia el dolor, las enfermedades
Y cura todos los males,
consuelo en lágrimas que se vierten.
Agua clara que da alegría y placer,
se adapta al recipiente que la acoge,
gota de agua constante,
suave y penetrante,
hasta una roca puede romper.
Agua siempre transformándose,
en miles de formas, colores y contrastes,
en fuentes mágicas de ciudades.
Roguemos para que el agua,
nunca nos falte.